Para Vincent.
Girasol acuático.
Llegué a casa, mire al techo esperando encontrarme a la gata que sospecho adopto nuestras azoteas como casa, cuando ve que la vecina o yo llegamos, se asoma y lanza su miiiiauuu repetitivo como si nos diera la bienvenida, aunque no me gustan los gatos, comienzo a tomarle cariño, hoy no salió a mi encuentro.
Entre a casa después del ritual de pasar por tres chapas, me acerque como suelo hacer, para avisarles que había llegado con un saludo, y le vi muerto, pensé que el calor o alguna infección le habría matado, pero al acercarme el olor penetrante a sangre y carne recién mutilada me ataco, le vi con varias heridas, apenas ayer estaba tan bien, se veía tan lindo con su cola blanca casi transparente, adornada por unos lunares negros, mientras tomaba un descanso le observe un buen rato, después de limpiar la casa y finalmente tirar tres bolsas llenas de ropa, que con la que tuve que ser firme y dejar ir definitivamente (jamás la voy a usar, mandar a arreglar o pondrá nuevamente de moda), la mochila compañera de mil y un batallas (ya merecía descansar), una colchoneta a la que nunca se le quito el olor a humedad después de que a mi madre la lavo, y que seguramente me retara cuando se entere, papeles, pinturas caducadas, lentes descompuestos entre otras cosas que uno va acumulando a través de los años y que aunque pienses que algún día te serviran, pasan años y no sirven más que para llenarte de cosas inútiles.
Hoy esta ahí boca arriba sin vida, a la primera que recordé fue a la vendedora, maldita vieja¡¡ prometió que eso no sucedería, le creí, al principio parecía que solo era un juego inocente, pequeñas mordiditas en la cola, incluso llegue a observar que Vincent(alias gordito, es un glotón puede estar comiendo todo el día) era quien provocaba a Sabrina (alias la Pirus, no por ser una chica mala, sino por que es una piraña), pero el tonto no tiene dientes, y la otra aunque era más pequeña ya tenía pequeños dientecito con lo que le arrancaba pedacitos de cola; decidí separarlos cuando vi que no sólo la cola estaba mordida, sino que ya sólo le quedaba una aleta, así que castigue a Sabrina antes de que terminara con la cola de Vincent, separándolos, a falta de otra pecera un pequeño garrafón fue la solución,a Sabrina no le cayó bien el cambio, se le veía inquieta, temerosa, por lo que les volví a reunir y parece que la Pirus había aprendido la lección, dejo en paz a Vincent y hasta me tomo cierto miedo. Hace unos días comencé a observar que Sabrina tenía más apetito, generalmente después del castigo no me dejaba verla comer, pero ahora había aprendido que siempre les alimentaba en las mañanas, y en cuanto me veía acercar, ya estaba mostrando los dientes, en espera del ansiado alimento, mostrándose un tanto desesperada como suelen verse en los documentales o las películas.
De alguna manera, quizá jugando no lo sé, pero su instinto afloro, la cola casi completamente devorada, mordidas en la boca, la parte baja y la cuenca de un ojo vacía, quizá solo al intentar quitarle algo de alimento mordió sin querer a Vincent y el olor de la sangre despertó su instinto, en algún lugar vi, escuche o alguien me dijo que eso podría suceder. El hecho es que se comió al gordito, le vi muy tranquila como escondiéndose, como si fuera un perro con la cola entre las patas cuando hacen una travesura, el agua que ayer lucia transparente, se ve sucia, el olor a carne fresca es tan penetrante que tuve que rociar aromatizante para eliminar el hedor.
En unos días cumplirían su primer año conmigo, mis únicos testigos de lagrimas y risas, pensaba regalarles una pecera más grande, ya que ambos habían crecido, sobretodo la Pirus de los dos centímetros que media cuando la adopte, ahora ya mide de 8 a 10 cm, y aún le falta mucho por crecer y sospecho filosos dientes por salir.
Le envolví con papel de cocina, escogí una caja, la selle con cinta canela y mañana le lanzaré a algún río, de regreso al agua, no pude evitar derramar un par de lagrimas, él era mi gordito, Vincent en honor al pintor, por que tenía los colores de la pintura “Los Girasoles” de Vincent de Van Gogh, ese amarillo que tanto le fascinaba al artista, quien lo hubiera sospechado que ambos serían mutilados y tendrían una muerte violenta.
Extrañamente estos días me había estado rondando la idea de que quizá sería un buen negocio un cementerio para mascotas, cerca de casa, a un lado de un rosal hay una lapida de no más de 15 x 30 cm, con el nombre de Floyd, 1998-2000 y un hueso tallado. No le conocí, pero siempre que paso le digo “hola”, me encanta para comenzar su nombre (quiero pensar que a su dueño es fan de Pink Floyd) y en seguida, el que debieron apreciar mucho a su mascota para mandarle a hacer una lapida. La gente que nunca ha tenido y amado a una mascota pensarán que estoy loca, por sentarme a escribir sobre un pez japonés asesinado por una piraña (sólo a mi se me ocurre tener de mascota una piraña, tienen razón estoy un poquito loca) pero también estoy segura que quienes han amado a un perro, gato, tarántula, serpiente o como el sobrino de una amiga que lloraba inconsolablemente suplicando a su mamá que no matará a su mascotita (un piojo residiendo en su cabeza) entienden lo que es decir adiós a un pequeño compañero, aunque nunca te hayan dicho una palabra, te regalaron gestos y miradas que se quedan, fue un placer alimentarte, intentar cuidarte, quererte y verte nadar. Buen viaje Vincent, mi girasol acuatico.
Llegué a casa, mire al techo esperando encontrarme a la gata que sospecho adopto nuestras azoteas como casa, cuando ve que la vecina o yo llegamos, se asoma y lanza su miiiiauuu repetitivo como si nos diera la bienvenida, aunque no me gustan los gatos, comienzo a tomarle cariño, hoy no salió a mi encuentro.
Entre a casa después del ritual de pasar por tres chapas, me acerque como suelo hacer, para avisarles que había llegado con un saludo, y le vi muerto, pensé que el calor o alguna infección le habría matado, pero al acercarme el olor penetrante a sangre y carne recién mutilada me ataco, le vi con varias heridas, apenas ayer estaba tan bien, se veía tan lindo con su cola blanca casi transparente, adornada por unos lunares negros, mientras tomaba un descanso le observe un buen rato, después de limpiar la casa y finalmente tirar tres bolsas llenas de ropa, que con la que tuve que ser firme y dejar ir definitivamente (jamás la voy a usar, mandar a arreglar o pondrá nuevamente de moda), la mochila compañera de mil y un batallas (ya merecía descansar), una colchoneta a la que nunca se le quito el olor a humedad después de que a mi madre la lavo, y que seguramente me retara cuando se entere, papeles, pinturas caducadas, lentes descompuestos entre otras cosas que uno va acumulando a través de los años y que aunque pienses que algún día te serviran, pasan años y no sirven más que para llenarte de cosas inútiles.
Hoy esta ahí boca arriba sin vida, a la primera que recordé fue a la vendedora, maldita vieja¡¡ prometió que eso no sucedería, le creí, al principio parecía que solo era un juego inocente, pequeñas mordiditas en la cola, incluso llegue a observar que Vincent(alias gordito, es un glotón puede estar comiendo todo el día) era quien provocaba a Sabrina (alias la Pirus, no por ser una chica mala, sino por que es una piraña), pero el tonto no tiene dientes, y la otra aunque era más pequeña ya tenía pequeños dientecito con lo que le arrancaba pedacitos de cola; decidí separarlos cuando vi que no sólo la cola estaba mordida, sino que ya sólo le quedaba una aleta, así que castigue a Sabrina antes de que terminara con la cola de Vincent, separándolos, a falta de otra pecera un pequeño garrafón fue la solución,a Sabrina no le cayó bien el cambio, se le veía inquieta, temerosa, por lo que les volví a reunir y parece que la Pirus había aprendido la lección, dejo en paz a Vincent y hasta me tomo cierto miedo. Hace unos días comencé a observar que Sabrina tenía más apetito, generalmente después del castigo no me dejaba verla comer, pero ahora había aprendido que siempre les alimentaba en las mañanas, y en cuanto me veía acercar, ya estaba mostrando los dientes, en espera del ansiado alimento, mostrándose un tanto desesperada como suelen verse en los documentales o las películas.
De alguna manera, quizá jugando no lo sé, pero su instinto afloro, la cola casi completamente devorada, mordidas en la boca, la parte baja y la cuenca de un ojo vacía, quizá solo al intentar quitarle algo de alimento mordió sin querer a Vincent y el olor de la sangre despertó su instinto, en algún lugar vi, escuche o alguien me dijo que eso podría suceder. El hecho es que se comió al gordito, le vi muy tranquila como escondiéndose, como si fuera un perro con la cola entre las patas cuando hacen una travesura, el agua que ayer lucia transparente, se ve sucia, el olor a carne fresca es tan penetrante que tuve que rociar aromatizante para eliminar el hedor.
En unos días cumplirían su primer año conmigo, mis únicos testigos de lagrimas y risas, pensaba regalarles una pecera más grande, ya que ambos habían crecido, sobretodo la Pirus de los dos centímetros que media cuando la adopte, ahora ya mide de 8 a 10 cm, y aún le falta mucho por crecer y sospecho filosos dientes por salir.
Le envolví con papel de cocina, escogí una caja, la selle con cinta canela y mañana le lanzaré a algún río, de regreso al agua, no pude evitar derramar un par de lagrimas, él era mi gordito, Vincent en honor al pintor, por que tenía los colores de la pintura “Los Girasoles” de Vincent de Van Gogh, ese amarillo que tanto le fascinaba al artista, quien lo hubiera sospechado que ambos serían mutilados y tendrían una muerte violenta.
Extrañamente estos días me había estado rondando la idea de que quizá sería un buen negocio un cementerio para mascotas, cerca de casa, a un lado de un rosal hay una lapida de no más de 15 x 30 cm, con el nombre de Floyd, 1998-2000 y un hueso tallado. No le conocí, pero siempre que paso le digo “hola”, me encanta para comenzar su nombre (quiero pensar que a su dueño es fan de Pink Floyd) y en seguida, el que debieron apreciar mucho a su mascota para mandarle a hacer una lapida. La gente que nunca ha tenido y amado a una mascota pensarán que estoy loca, por sentarme a escribir sobre un pez japonés asesinado por una piraña (sólo a mi se me ocurre tener de mascota una piraña, tienen razón estoy un poquito loca) pero también estoy segura que quienes han amado a un perro, gato, tarántula, serpiente o como el sobrino de una amiga que lloraba inconsolablemente suplicando a su mamá que no matará a su mascotita (un piojo residiendo en su cabeza) entienden lo que es decir adiós a un pequeño compañero, aunque nunca te hayan dicho una palabra, te regalaron gestos y miradas que se quedan, fue un placer alimentarte, intentar cuidarte, quererte y verte nadar. Buen viaje Vincent, mi girasol acuatico.